Nos maravillamos ante la persona humana y, desde esa experiencia, respetamos cada ser humano.
«… la base de nuestra creencia en la igual dignidad de todas las personas humanas es el origen trascendental de la humanidad, desde el cual las distinciones de sexo, raza, color, lenguaje de credo, entre otros, no tienen sentido. Esta creencia aumenta nuestro respeto mutuo y es la base de nuestra comprensión de los derechos humanos. Nos maravillamos del milagro que la persona humana es por su propia naturaleza. Buscamos un sentido de asombro y respeto por la dignidad natural de cada persona humana, independientemente de su condición en la vida. La justicia exige esto. La verdad lo requiere. La paz puede venir de eso.» (Posición sobre los Derechos Humanos, página 9).
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