Ayer, 3 de noviembre, el Enviado Especial del Presidente de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, pronunció unas palabras tímidamente optimistas en un evento lateral organizado por el Instituto Aspen. Al comienzo fue muy honesto y transparente: “Todavía estamos a cero. Que los líderes digan ciertas cosas aquí no significa que vayan a hacerlas. Pero si ni siquiera las dijeran estaríamos seguros de que no las harían”.
En resumen, las proclamaciones (positivas) de los primeros días por parte de los Líderes sobre los recursos financieros que se dedicarán a la transición energética y sobre la voluntad de abandonar el carbón (declaración en parte unilateral, porque no está firmada por los principales consumidores del carbón), todas son palabras que. tendrán que ir seguidas de acciones. Sin embargo, son un paso necesario.
Luego se habló del papel de Estados Unidos cuya credibilidad a nivel internacional se está poco a poco recuperando, pero tras abandonar primero el acuerdo de Kioto (Bush, 2001) y luego el de París (Trump, 2017) no es fácil proponerse como líder mundial. Entre otras cosas porque, al margen de los fondos dedicados a la transición energética (de la que algunos estados norteamericanos son efectivamente una vanguardia), la economía estadounidense sigue siendo enormemente fósil.
Y como sabemos, la transición energética que se nos pide no consiste en la suma de las fuentes de energía, sino en la sustitución de unas fuentes por otras. ¿Tendrán los Estados la fuerza necesaria para abordar esta cuestión en el marco de tiempo escaso que indica la ciencia?
En 10 días descubriremos algo más…
Por Renato Rallo.
John Kerry, evento lateral en la COP-26, 3 de noviembre de 2021